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El sexo es, probablemente, la faceta humana que admite más particularidades. Más allá del polvo de manual, se abre un universo de parafilias y prácticas específicas que exigen pacto y preparación previa. Algunas de las más bizarras, rozan (o incurren directamente en) lo ilegal. Y además, pueden ser muy peligrosas. La búsqueda de emociones fuertes lleva en ocasiones a que algunos se adentren por terrenos de violencia, humillación o prácticas que pueden resultar dañinas para la salud. Hay quien disfruta con la anoxia (o asfixia erótica), con la escarificación o las mutilaciones, y personas que aseguran sentir placer con el dolor. Sin embargo, todo eso admite matices: ¿hablamos de amputar un brazo o de unos simples cachetes en el trasero? Hacer uso de palabras clave, contar con los utensilios adecuados y conocer tanto el estado de salud de cada uno de los implicados como las posturas seguras, técnicas adecuadas para atar a otra persona o los tiempos de asfixia admisibles son algunos de los detalles a tener muy en cuenta cuando se aspira a disfrutar de prácticas sexuales de riesgo... y vivir para contarlo.
Continuará en breve.
Se trata del reportaje que escribí para la revista Primera Línea.
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