15 junio, 2019

Asesinos reincidentes de Violencia de Género

El martes pasado asistí a un seminario sobre Recursos para personas privadas de libertad donde además de funcionarias de Instituciones penitenciarias había cuatro expresidiarios (uno había cumplido hasta 20 años y cada ver que interrumpía la conferencia irradiaba tanta violencia y tanta maldad que no, lo admito, no quise hablar con él ni saber por qué había entrado tantas veces en prisión). También participaron con ponencias varias representantes de las ONG's especializadas (traducido: que trincan a costa de decir -aunque sepan que no es cierto- que estos individuos, todos ellos -lo cual es falso-, se rehabilitan).
 

Durante varias horas, escuché, tomé notas y fotos de la presentación y atendí a cuanto quisieron contarnos respecto de programas de reinserción, acogimiento de reclusos durante sus permisos y salidas, reorientación laboral, situación administrativa de presos no nacionales... 

Me miraron mal porque, en la ronda de preguntas final, les hice llegar mi más que justificado rechazo a los permisos penitenciarios de los delincuentes sexuales, de los pederastas y de los asesinos por violencia de género. Una opinión que he forjado no desde la visceralidad sino a tenor de los hechos, como la noticia que aquí se puede leer, o como los cientos de informes y estudios, estadísticas internacionales que demuestran no sólo la inevitable reincidencia sino la imposible reinserción de estos animales en concreto.

Una de las dos funcionarias de Instituciones penitenciarias aclaró inmediatamente que a los asesinos de VG no se les permite optar a programas sustitutivos de cárcel por terapias, etc., pero no fueron contundentes. Y los perroflautas con rastas -tal cual, no estoy exagerando ni utilizando los estereotipos tan manidos como certeros- que, repito, trincan su buena nómina yendo de guays como adalides de los derechos de estos criminales peligrosos por encima de los derechos de las mujeres y de la sociedad a su tranquila convivencia, me miraron deseándome un tumor en la cabeza por cuestionar el buenismo que se salda ya con mil víctimas mortales. Llegan tarde, ya lo tuve y me lo quitaron en octubre de 1994.


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