28 noviembre, 2009

Gigolós: mi reportaje en Primera Línea




Cuando las que pagan son ellas

Un par de películas recientes, ‘American Playboy’, con Ashton Kutcher, y 'La clienta', de la francesa Josiane Balasko, abordan sin tapujos el tema de la prostitución masculina. Nosotros aprovechamos para sumergirnos en el mundo de los escorts y demás hombres que ofrecen servicios sexuales de pago en España y planteamos una de nuestras encuestas a quemarropa: ¿has pagado o pagarías por tener sexo?



El cine da tímida constancia de la prostitución masculina. Si ‘American Gigolo’ recreaba la azarosa profesión y los milagros eróticos de un jovencito Richard Gere dedicado a proporcionar carísimos servicios sexuales a damas y señoras casadas, ‘American Playboy’ cuenta la historia de Nikki (Ashton Kutcher), un joven que se ha labrado una vida de lujo haciendo uso de su atractivo sexual. Instalado en la fabulosa casa de Hollywood Hills de una abogada de mediana edad, organiza fiestas y se acuesta con multitud de mujeres.


Se alquila un hombre

¿Hay mujeres dispuestas a pagar por tener relaciones sexuales? Pues sí. Y como consecuencia, cada vez de un modo más visible, también hay hombres que se dedican a la prostitución. “Es un hábito más extendido de lo que se cree. Siempre hubo mujeres que mantenían varones, pero el hecho de pagar por sexo es bastante reciente. La mujer habla hoy del touch and go (toco y me voy) y del sexo furtivo con bastante naturalidad. Y de ahí a cuestionarse por qué no puede también pagar, como el varón, hubo apenas un paso. Tiene que ver con los nuevos roles de la mujer. Ahora la mujer también paga y manda. Y se permite disfrutar”, asegura el psiquiatra y sexólogo Adrián Sapetti. Hay chicos de pago de todos los precios y perfiles, desde 80 euros por media hora a 50.000 euros por pasar cinco días en Kuwait con una dama que no duda en enviar el jet privado a recoger al mozo... Y es que, en esto de los escorts, también hay clases.

Cosa muy distinta sería el turismo sexual. Unas 600.000 mujeres occidentales han viajado a diversos países en busca de sexo desde 1980. Con datos en la mano, Jamaica lleva la delantera; la isla ha alojado a 80.000 señoras deseando cruzarse con su ídolo de ébano. Sin dejar de ser comercio de carne, se trata de un tema distinto, donde no necesariamente media dinero en efectivo, sino invitaciones o regalos que suponen un “detalle”, una compensación entregada desde la gratitud por haber contribuido a que la estancia se haga más amena (e inolvidable).

Cuenta Joel Acosta, stripper que compagina el porno con sevicios como escort de lujo, que “cuando la mujer paga por compañía masculina, exige, fundamentalmente, discreción. Algunas desean cumplir contigo una fantasía sexual pendiente o probar cosas que han visto en películas X. Me han llamado también parejas para que me acueste con ella mientras el marido mira, algo con lo que pretenden aportar un aliciente extra a su relación”.

No existe un perfil unívoco de consumidora. Según apunta la psicóloga y sexóloga Diana Resnicoff, “suelen ser mayores de 35 o 40 años y elegir varones más jóvenes, de hasta 20 años menos”. Muchas veces se trata de una esposa aburrida, aparcada en una jaula de oro mientras él, esclavo de su trabajo y dedicado en alma (y en cuerpo también) a cualquier actividad profesional o de ocio, se mantiene ocupado y lejos de ella. Una llamada a un escort, para muchas, resulta una solución relativamente económica a una intimidad intoxicada de monotonía, cuando no una medida para compensar la falta de sexo. Al respecto, María, de 48 años, separada hace tres, dice: “No me enorgullece ni me avergüenza: es lo que pude conseguir para pasarlo bien y por ahora me resulta satisfactorio. Más adelante, veremos. Si siento que me engancho, desaparezco, ellos ni siquiera tienen mis teléfonos. No quiero rollos, porque podrían ser mis hijos. El vínculo no pasa de noches fantásticas; con ellos no puedo hablar de nada, no tenemos nada en común más que una buena piel”. Pero hay otras situaciones: “A veces llaman desde el hotel ciertas ejecutivas que deben viajar por razones laborales, o estudiantes que tienen curiosidad. Una vez”, explica Joel, “fui a casa de una chica que me había visto en la despedida de soltera de una amiga suya, y aprovechaba que sus padres estaban de viaje”. Y hay amas de casa aburridas. Y mujeres sedientas de vendetta por unos cuernos, por ejemplo. Y hasta ancianas que no quieren morirse sin experimentar un orgasmo: “Me abrió la puerta de la habitación una señora de más de 60 años… Parecía mi abuela. Quise morirme pero pensé: “Aguanta, piensa en el dinero”, reconoce Hugo, de 23 años, que vende pisos, pocos, en una inmobiliaria y además, en secreto, realiza servicios de una hora por 120 euros. Se da el caso de quienes, como Ana, arquitecta de 35 años, reconocen que valoran la falta de implicación emocional: “Quiero echar un polvo sin explicaciones y sin currármelo durante dos horas, ni tener que charlar. Si me gasto 400 euros en unos zapatos que casi no uso, ¿cómo voy a escatimar en una noche para mí?”. Sin embargo, aún hay que luchar contra prejuicios varios, como la idea, equivocada, de que si una mujer tiene que pagar por sexo es porque “está desesperada”. Asegura Joel que a la mujer “le gusta sentir que te conquista, que no te acuestas con ella sólo por plata. Y siempre trata de aclarar que no necesita pagar por sexo; debe decirlo para cuidar su imagen”.



Una simple transacción

También se considera inconcebible que, siendo una fémina puedas pagar por algo que podrías obtener gratis, como si todas la tías fueran guapas y como si todas tuvieran tiempo y ganas de salir de caza. “Hago shows en despedidas de soltera y bailo en discotecas”, explica Santi, un cachas de Barcelona que trabaja en Madrid desde hace tres años, “me han ofrecido a veces dinero por irme con alguna, pero sólo acepto si la chica me gusta. Por eso no tengo tarifa fija: es algo muy ocasional”.

Como apuntaba Sapetti, conforme las mujeres trabajan y gastan libremente, se va forjando un mercado para los prostitutos masculinos. Pero, a pesar de la fuerte dosis de mitificación y de leyenda urbana que rodea a los gigolós , no es nada fácil eso de vender el cuerpo; todo se complica por la erección, donde no cabe fingir. O sube o no sube. “Reconozco que no siempre consigo empalmar”, confiesa Carlo, de 24 años, modelo ocasional y gogó, un brasileño escultural, y gay, que se anuncia online como chapero por 180 euros la hora. “Con los hombres voy bien, pero no soy pasivo. He trabajado con pocas chicas y ya las había visto, eran conocidas o amigas y había feeling... Si me llama una mujer, siempre pregunto su edad. Si es muy mayor, pongo una excusa o pido mucho más dinero”. En una entrevista reciente, Shai Shahar, acreditado prostituto de lujo, apuntaba que las carreras de los aspirantes a vivir de las mujeres sin dar palo al agua duraban menos de seis meses: la ansiedad erectiva y preeyaculatoria acaba con su rendimiento y, consiguientemente, con cualquier futuro profesional en este ámbito. Aún así, insistía en que “la señora paga por tu tiempo.



Curso Intensivo para Escorts


Puede parecer sencillo, pero la de acompañante masculino de lujo es una profesión que exige notables cualidades.



Step One


La apariencia lo es todo porque tu belleza interior no le interesa a nadie. Viste bien y huele aún mejor cuando hagas de acompañante. La mayoría de las chicas que pueden permitirse un bolso caro buscan un “boy-toy” ideal para presumir ante sus amigas. Si no puedes comprarte como mínimo un traje de Armani, improvisa lo mejor que sepas con marcas menos lujosas.



Step Two

Déjate ver en los sitios adecuados. Asiste a actos de caridad, subastas e inauguraciones de galerías de arte, a convenciones de políticos y diplomáticos… Paséate por las joyerías importantes y por las tiendas de alta costura. Si quieres atraer a ricachonas más jóvenes, ve a discotecas y clubes exclusivos, logra colarte en el reservado. Las universidades privadas concentran a las herederas, acude a las fiestas que organizan…



Step Three

Fíjate como objetivo a la mujer adecuada. Las que viven malgastando la fortuna de un marido adicto al éxito profesional o la de un papá bien posicionado serán más caprichosas y manejables que aquéllas que se han labrado su carrera a pulso. Parte de tu trabajo será conversar y una dosis de cultura te será imprescindible para desenvolverte. Lee sobre cine, fotografía, moda...



Step Four


Sé encantador y atento. Si quieres permanecer en los brazos dulces de mamaíta, complácela en todos sus deseos. Sé su esclavo. Regálale los oídos, alaba su belleza o su inteligencia. Y lo que es más importante: da la talla en la cama. Cúrratelo: estás trabajando. Vuélvela loca hasta que sea ella quien te llame pidiendo más.



Step Five

Todas tienen puntos débiles. Descúbrelos y juega con su vulnerabilidad para mantener a tus benefactoras fieles a ti. Una mujer de negocios estresada no tendrá tiempo de conocer a otros hombres, está aislada y ocupada: ofrécele disponibilidad y dulzura. Y una heredera no poseerá ni las habilidades sociales ni la astucia que una mujer que trabaja. Con esta última hazte el duro y déjala con ganas de verte o se aburrirá de ti.



Step Six


La química no siempre surge entre dos personas. Cuando no la experimentes de modo natural, recuerda unas pastillitas azules que los laboratorios farmacéuticos han desarrollado. Viagra, Cialis y otras variantes deben acompañarte, junto con preservativos y lubricante. La erección resulta crucial, pero la logres o no, recuerda: tu objetivo es el clítoris, y a él puedes aplicar el resto de tus armas: tienes diez dedos y una lengua...

Para leer el reportaje de diciembre de Primera Línea sobre sexo de pago, gigolós y prostitutos, pincha aquí.


Enjoy.

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