Soy muy Doctor House últimamente. Por desgracia, no
hablo de haberme transformado en una doctora alta y con ojos azules,
sino de pasarme las veinticuatro horas del día de mala leche, dolorida y
hartándome de relajantes musculares y de anti inflamatorios -no tengo
Vicodin…- que cada vez hacen menos efecto, todo hay que decirlo. Todo
por culpa de una lesión de rodilla. Ahora podría recomendarles un bono de masajes con un fisio de los que yo misma consumo, ¿verdad?
Como ya les he confesado, uno de mis mantras es “compro luego existo”.
Por eso, ni estando coja, me abstengo de ir por ahí a gastar como una
loca. Hace una semana, estirando las rebajas hasta sus últimas
consecuencias, en unos grandes almacenes que no debería ni pisar, leo:
“Solución para el hombre”. Y enseguida, me vino un pensamiento: “Claro,
solución para el hombre porque el hombre nunca es la solución“.
Ni se les ocurra acusarme de ir empastillada perdida -que lo iba-. La
frase, que pertenece a la publicidad de un producto de cosmética
masculina, me provocó una conexión inmediata, a un nivel
anímico-espiritual-emocional y de género, con trescientas de mis mil
quinientas íntimas “aminemigas” que viven en la aberrante
convicción, en el fraude generacional inculcado con sangre, de que el
hombre, “un hombre” es la solución.
Mis aminemigas, que experimentan la permanente insatisfacción y la peligrosa castración de creerse medias naranjas con patas,
viven en la desesperación más o menos secreta pero casi absoluta, de
necesitar que su “otra mitad” aparezca y que, de alguna manera, entre
mágica y coyuntural, las rescate de una existencia que ellas mismas
conciben como de segunda hasta que un Príncipe (sapo tuneado) les da ese
beso de película (de película, insisto). Y sepan que no me refiero a
mujeres inútiles, feas o sin preparación. Encuentro verdaderas superwomen
que no se atreven a realizarse por culpa de este lastre (realizadas
profesionalmente lo están pero, en el fondo de su corazón, son
desgraciadas porque no hay ese “él” que siempre, no falla, les han
contado que era la llave del Paraíso). Y llegado este punto, a ellas y a
ustedes, les podría apetecer un besazo de tornillo de Miguel Ángel Silvestre… Podría recomendarles que se pongan un par de tetas como dos carretas, porque de eso va la serie
que hizo que El Duque se metiera en mi cabeza, en mi corazón, en mi
memoria… (lamentablemente se coló en todas partes menos donde quería yo
que se metiera…).
Ahora ya estamos, ustedes y yo, plenamente confundidos: ¿de qué está hablando ésta hoy?,
y lo entiendo. Ahora, por mi culpa, divagan entre la sonrisa perfecta y
los oblicuos pluscuamperfectos de este chulazo del celuloide y
vertiginosos escotes rellenos de silicona… Pues sigan divagando. Y mientras, bebanhttp://blog.groupon.es/2012/09/20/supervivencia-diaria-diario-de-una-groupoaholic/.
Un amigo me abrió este blog para que contase las anécdotas de la publicación de mi primer libro, un trabajo periodístico acerca de la industria del porno. Aquí seguí reseñando cuanto rodeó la edición del segundo, un manual de divulgación sobre sexualidad. "Mi lado más hardcore" y "Verdad y Mentiras en el sexo" han sido mis criaturas más mediáticas, por las que me empezaron a invitar a las teles. Pero hay más... "Sexo, amor y cirugía", mi primera novela, premiada incluso. Y sigo ;)
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