Lo malo del insomnio es que el aburrimiento trae a mi mente recuerdos de todo tipo. Como en un saldo de ideas me deshago de vendettas e hilvano dardos de ingenio.
Anoche, después de haberme colocado en casi todas las posturas que la anatomía humana permite y antes de que tuviera que rendirme y levantarme a vaciar la nevera, me vino a la cabeza la conversación con mi amigo Rafa. Aunque tuvo lugar hace semanas, en el estadio Bernabéu, viendo juntos un partido de España contra no sé qué equipo extranjero, merece dedicarle un post porque no tiene desperdicio. Rafa es alguien a quien, en estado natural, cada minuto o minuto y medio, se le escapa una frase que lo mismo sirve para desarrollar un monólogo que para serigrafiar una camiseta. Lloré de risa más de una vez.
Amén de explicarme con detalle una teoría conspiracionista sobre la que yo aún no había reflexionado (la que explica que lo de Ronaldo y los tres travestís -no es un trabalenguas- fue producto de una trampa: “por cuatro euros le mandas a quien sea cuatro putas que le meten en un lío. En diez minutos le arruinas el fichaje deportivo, el contrato con Nike y la relación con su novia”, aseguraba), me hizo un enorme regalo al permitirme conocer varias de sus fabulosas citas: “Nunca odiaré tanto a un hombre como para devolverle sus diamantes”, perla de sabiduría heredada de Marilyn Monroe.
Otra gran frase que dijo y procedí a anotar: “siempre nos quedarán las rayas”, que me da que más que para la colección primavera-verano, sería como para un diálogo de El Duque.
Pero lo más de lo más, lo más grande, fue atender a la explicación pormenorizada de "la clasificación de las mujeres, según Rafa", que tiene una obsesión casi perversa ("pero controlada", dice) con las chicas preciosas que parecen de dieciséis… o menores. Para empezar, sepamos que, según su mente, sólo las hay de dos clases: las guapas y las feas.
Abordemos la tipología femenina positiva, una clasificación muy elaborada.
Siempre según Rafa, están “las bebés”: preciosas, limpias, tersas, con cuerpos que invitan a pecar por sus curvas de vértigo y su candor… Las bebés son ésas que no se pueden tocar, sólo ver…
Luego van “los muñecones”, que son la versión más adulta de las bebés: voluptuosas, guapas y que ya superan la edad legal.
“Las aparatos” son como los Ferraris, pero en mujer. Espectaculares: altas, guapas, con buenas tetas, piernas infinitas y melenas perfectas… Inalcanzables, inmanejables, carísimas –por lo general-, casi “edición limitada”.
Llegamos al lado oscuro, a las feas e indeseables.
La “Pepito grillo” es esa chica que se empeña en amargarte el día, el rato, o el minuto, con su “ya te lo dije” o “¿no has pensado que…?”. Resultan un coñazo, pesadísimas. Según Rafa, “el pepitogrillismo te hace fea”.
Luego van las "aborígenes", paticortas, feas, gordas, con cortes de pelo absurdos e incluso con una rasta esporádica, que van de especiales porque no les queda más remedio y no pueden hacer otra cosa. (NOTA: esta nomenclatura no es la que él emplea en esta categoría. Por miedo a represalias, evito poner la que me dijo, que está exenta de cualquier intención política y que no coincide con la definición real de la palabra, pero hay tanto loco dedicado a colocar bombas que...).
Concluye mi sabio amigo con las que adoptan la denominación de “Ángel Cristo”, "porque están para los leones". Irreproducible su devastadora definición: casquería pura.
Con un vídeo que ha localizado otro amigo, Carlos Buendía, el ilustrador, espero demostrar que he logrado entender (?) el universo mental del hetero medio: ella seguro que cree que es "un aparato" y el resto del mundo la encuentra "Ángel Cristo"...
Ahora, trabajemos sobre la clasificación de los chicos. Seguro que también se puede...
Anoche, después de haberme colocado en casi todas las posturas que la anatomía humana permite y antes de que tuviera que rendirme y levantarme a vaciar la nevera, me vino a la cabeza la conversación con mi amigo Rafa. Aunque tuvo lugar hace semanas, en el estadio Bernabéu, viendo juntos un partido de España contra no sé qué equipo extranjero, merece dedicarle un post porque no tiene desperdicio. Rafa es alguien a quien, en estado natural, cada minuto o minuto y medio, se le escapa una frase que lo mismo sirve para desarrollar un monólogo que para serigrafiar una camiseta. Lloré de risa más de una vez.
Amén de explicarme con detalle una teoría conspiracionista sobre la que yo aún no había reflexionado (la que explica que lo de Ronaldo y los tres travestís -no es un trabalenguas- fue producto de una trampa: “por cuatro euros le mandas a quien sea cuatro putas que le meten en un lío. En diez minutos le arruinas el fichaje deportivo, el contrato con Nike y la relación con su novia”, aseguraba), me hizo un enorme regalo al permitirme conocer varias de sus fabulosas citas: “Nunca odiaré tanto a un hombre como para devolverle sus diamantes”, perla de sabiduría heredada de Marilyn Monroe.
Otra gran frase que dijo y procedí a anotar: “siempre nos quedarán las rayas”, que me da que más que para la colección primavera-verano, sería como para un diálogo de El Duque.
Pero lo más de lo más, lo más grande, fue atender a la explicación pormenorizada de "la clasificación de las mujeres, según Rafa", que tiene una obsesión casi perversa ("pero controlada", dice) con las chicas preciosas que parecen de dieciséis… o menores. Para empezar, sepamos que, según su mente, sólo las hay de dos clases: las guapas y las feas.
Abordemos la tipología femenina positiva, una clasificación muy elaborada.
Siempre según Rafa, están “las bebés”: preciosas, limpias, tersas, con cuerpos que invitan a pecar por sus curvas de vértigo y su candor… Las bebés son ésas que no se pueden tocar, sólo ver…
Luego van “los muñecones”, que son la versión más adulta de las bebés: voluptuosas, guapas y que ya superan la edad legal.
“Las aparatos” son como los Ferraris, pero en mujer. Espectaculares: altas, guapas, con buenas tetas, piernas infinitas y melenas perfectas… Inalcanzables, inmanejables, carísimas –por lo general-, casi “edición limitada”.
Llegamos al lado oscuro, a las feas e indeseables.
La “Pepito grillo” es esa chica que se empeña en amargarte el día, el rato, o el minuto, con su “ya te lo dije” o “¿no has pensado que…?”. Resultan un coñazo, pesadísimas. Según Rafa, “el pepitogrillismo te hace fea”.
Luego van las "aborígenes", paticortas, feas, gordas, con cortes de pelo absurdos e incluso con una rasta esporádica, que van de especiales porque no les queda más remedio y no pueden hacer otra cosa. (NOTA: esta nomenclatura no es la que él emplea en esta categoría. Por miedo a represalias, evito poner la que me dijo, que está exenta de cualquier intención política y que no coincide con la definición real de la palabra, pero hay tanto loco dedicado a colocar bombas que...).
Concluye mi sabio amigo con las que adoptan la denominación de “Ángel Cristo”, "porque están para los leones". Irreproducible su devastadora definición: casquería pura.
Con un vídeo que ha localizado otro amigo, Carlos Buendía, el ilustrador, espero demostrar que he logrado entender (?) el universo mental del hetero medio: ella seguro que cree que es "un aparato" y el resto del mundo la encuentra "Ángel Cristo"...
Ahora, trabajemos sobre la clasificación de los chicos. Seguro que también se puede...
3 comentarios:
Interesante la manera la de tu amigo al clasificarnos…
Te leo hace mucho tiempo y nunca había escrito ningún comentario…
Pero creo que debo darte las gracias, ya que tu blog hace mas amenas muchas de las horas de clase…
Un beso.
Jajajajaja. Me gusta esa clasificación, la verdad, no puedo estar más de acuerdo.
Ahora mira a ver cómo te curras la de los tíos anda...
Buen finde guapa, espero que te lo pases bien.
No me convence Eva, no me convence. Esos clichés, esa forma de despreciar a la que es vieja o feucha...
Yo soy de la liga de las hermanastras, de las hermanastras de Cenicienta. No solo la bimbollo monísima de la muerte tiene derecho a ser admirada, a encontrar su príncipe y a sentir placer erótico con él..
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