Ayer, frente a todo pronóstico, ME DIVERTÍ en la tertulia que montó Fernando -uy ¡qué divina me siento llamando al señor más culto que he enfrentado y que probablemente tenga cerca, por su nombre de pila, con ese cercano “Fernando”! ¿A ver si haber estado tanto tiempo rodeada de macarras me ha diluido los modales de colegio de monjas?-. “Las noches blancas” es el nombre del espacio que dirige y presenta este señor al que presentan como “erudito” –casi ná, aunque él, bastante más complejo que eso, protesta-.
Quiero explicar cómo fue mi reacción ante semejante invitación. Cuando me llama la responsable de prensa de EdicionesB para comentarme que Fernando Sánchez Dragó quería entrevistarme en su programa, le dije: “Oye Yolanda, ¿ese señor sabe quién soy? Por favor, comprueba que no es un error. Yo no soy el tipo de ensayista, ni filósofa, ni premiada autora de ficción, ni académica que invita siempre. Cuando me vea va a darse cuenta de que esperaba a otra. Yo soy escribana, “escribiente”, escriba, juntaletras,… Lo de ir a Sánchez Dragó no sé si es para mí. Además, yo digo muchos tacos… No estoy a su altura”. Y no, me dijo que sabía perfectamente quién soy y que ya tenía mi libro y que, como comprobé anoche, se lo había estado leyendo. Admito que dentro de todo este tour mediático (Buenafuente, Espejo Público, Territorio comanche, etc. etc.), menos sentadita en ese concreto plató de Telemadrid, me veía en cualquier otro...
Además de Sánchez Dragó, en esa mesa casi redonda nos sentamos varios, tal y como especificaba el email: “los invitados que le acompañarán son: Dña. Silvia Tortosa, Dña. Silvia Grijalba, D. Javier Esteban, D. Rubén Millán, y D. Mario Luna”. Yo he montado aquelarres con bastante menos…
No voy a destripar el debate que resultó muy interesante (siendo sobre sexo, estaba casi garantizado…). Habló conmigo al principio, antes de dar paso a la segunda entrevista, la de Mario Luna y su “SexCode”, a lo que siguió una tertulia.
Quiso permitirme explicar ciertas cosas que normalmente una no larga porque no tiene dónde... Me invitó a que yo soltara lastre con su primera frase: "Eva sostenías El País, en el diario, se entiende, no la nación, casi dos años un blog de sexo, con mucho éxito, ¿por qué te lo han quitado? Señoras y señores estamos a 30 de septiembre y hoy se cierra "Eva al desnudo," tu blog, ¿no, Eva?" Y yo, que iba guapísima -vestida de prestado como las famosas por fin-, por no estropear mi momento Dragó, cité a Umbral: "Fernando he venido a hablar de mi libro... ¿Prefieres una mentira simple, ya que tenemos poco tiempo, o una verdad procelosa, con fechas, emails, llamadas...? Está claro: dejémoslo en "crisis", ese paraguas que todo lo ampara y justifica", o algo parecido. Se lo agradezco, pero ahora no.
Con su primera pregunta, sobre la relación entre “sexo y porno”, me dio pie a explicar y comentar Mi lado más hardcore, mi primer libro (detallazo por su parte pedírmelo, mirárselo y permitirme explicar de qué va y en qué consiste). Según contaba muy deprisa y telegráficamente mi vida profesional, pude comprobar, una vez más, lo pintoresca que resulto, incluso a ojos de gente muy leída y viajada (paso de ahondar en diagnósticos de mayor enjundia, que corresponden a un psicólogo).
En determinado momento, ya hablando de "Verdad y Mentiras en el Sexo", Fernando me preguntó si yo estaba casada… Y le dije: “por supuesto. Con Dios, como todos” -¿me condenaré, iré al infierno? Ah, no, pero si ahí estoy ahora. Usque ad inferos…-. Le espeté: “mira, yo como Belén Esteban y las famosas, no hablo de mi vida privada. Yo digo lo que ellas: “no me grabes””. Debí decirle: “¿por qué, quieres que salgamos?”. Tarde pero mal, como tantas veces...
Un momentazo que recuerdo fue cuando escuché a algunos de los contertulios abogar acaloradamente a favor de la zoofilia y les corté con un rotundo “si de verdad os mola la zoofilia deberíais hacéroslo mirar”. Me sentí como la Patiño, con la vena del cuello hinchada, explicando mi opinión acerca del abuso que implica el bestialismo: el animal no consiente... Tengo el copyright también de: “Se puede amar a los animales sin follárselos”. Es que yo verdaderamente amo a los animales y ello exige respeto por su integridad. Vivo desde siempre rodeada de animales a los que jamás les falta de nada, los baño, los alimento, los acaricio, duermen incluso conmigo… pero NO me los follo. Este tema, junto con la pedofilia, la necrofilia –en otra medida- y alguna parafilia que implica grave riesgo para la vida (las relacionadas con escarificaciones, sangrados, amputaciones y quemaduras, o las que recrean situaciones de peligro extremo) son las poquitas prácticas que critico y condeno abiertamente. Lo único que me decepcionó fue que de ellos (de algunos de ellos) emanaron opiniones acerca de la fuerza del vínculo que muchos tienen con sus animales de granja, y la soledad (ese mismo argumento se baraja para justificar que alguien tire de sexo de pago… sólo que en este segundo caso, media un consentimiento válido y se comparte genética). De verdad, que nadie me venga ahora a decirme que las gallinas se lo pasan bien siendo sodomizadas por un humano porque, conmigo, no cuela.
No es vanidad, pero seguro que cuando se emita, a finales de octubre, resultará el programa más visto de su historia y estoy contenta de haber tenido mi parte de culpa.
Agradecimientos a Daniel, de DDP, showroom de Plaza Vázquez de Mella 11, 2A. T. 915231702
Quiero explicar cómo fue mi reacción ante semejante invitación. Cuando me llama la responsable de prensa de EdicionesB para comentarme que Fernando Sánchez Dragó quería entrevistarme en su programa, le dije: “Oye Yolanda, ¿ese señor sabe quién soy? Por favor, comprueba que no es un error. Yo no soy el tipo de ensayista, ni filósofa, ni premiada autora de ficción, ni académica que invita siempre. Cuando me vea va a darse cuenta de que esperaba a otra. Yo soy escribana, “escribiente”, escriba, juntaletras,… Lo de ir a Sánchez Dragó no sé si es para mí. Además, yo digo muchos tacos… No estoy a su altura”. Y no, me dijo que sabía perfectamente quién soy y que ya tenía mi libro y que, como comprobé anoche, se lo había estado leyendo. Admito que dentro de todo este tour mediático (Buenafuente, Espejo Público, Territorio comanche, etc. etc.), menos sentadita en ese concreto plató de Telemadrid, me veía en cualquier otro...
Además de Sánchez Dragó, en esa mesa casi redonda nos sentamos varios, tal y como especificaba el email: “los invitados que le acompañarán son: Dña. Silvia Tortosa, Dña. Silvia Grijalba, D. Javier Esteban, D. Rubén Millán, y D. Mario Luna”. Yo he montado aquelarres con bastante menos…
No voy a destripar el debate que resultó muy interesante (siendo sobre sexo, estaba casi garantizado…). Habló conmigo al principio, antes de dar paso a la segunda entrevista, la de Mario Luna y su “SexCode”, a lo que siguió una tertulia.
Quiso permitirme explicar ciertas cosas que normalmente una no larga porque no tiene dónde... Me invitó a que yo soltara lastre con su primera frase: "Eva sostenías El País, en el diario, se entiende, no la nación, casi dos años un blog de sexo, con mucho éxito, ¿por qué te lo han quitado? Señoras y señores estamos a 30 de septiembre y hoy se cierra "Eva al desnudo," tu blog, ¿no, Eva?" Y yo, que iba guapísima -vestida de prestado como las famosas por fin-, por no estropear mi momento Dragó, cité a Umbral: "Fernando he venido a hablar de mi libro... ¿Prefieres una mentira simple, ya que tenemos poco tiempo, o una verdad procelosa, con fechas, emails, llamadas...? Está claro: dejémoslo en "crisis", ese paraguas que todo lo ampara y justifica", o algo parecido. Se lo agradezco, pero ahora no.
Con su primera pregunta, sobre la relación entre “sexo y porno”, me dio pie a explicar y comentar Mi lado más hardcore, mi primer libro (detallazo por su parte pedírmelo, mirárselo y permitirme explicar de qué va y en qué consiste). Según contaba muy deprisa y telegráficamente mi vida profesional, pude comprobar, una vez más, lo pintoresca que resulto, incluso a ojos de gente muy leída y viajada (paso de ahondar en diagnósticos de mayor enjundia, que corresponden a un psicólogo).
En determinado momento, ya hablando de "Verdad y Mentiras en el Sexo", Fernando me preguntó si yo estaba casada… Y le dije: “por supuesto. Con Dios, como todos” -¿me condenaré, iré al infierno? Ah, no, pero si ahí estoy ahora. Usque ad inferos…-. Le espeté: “mira, yo como Belén Esteban y las famosas, no hablo de mi vida privada. Yo digo lo que ellas: “no me grabes””. Debí decirle: “¿por qué, quieres que salgamos?”. Tarde pero mal, como tantas veces...
Un momentazo que recuerdo fue cuando escuché a algunos de los contertulios abogar acaloradamente a favor de la zoofilia y les corté con un rotundo “si de verdad os mola la zoofilia deberíais hacéroslo mirar”. Me sentí como la Patiño, con la vena del cuello hinchada, explicando mi opinión acerca del abuso que implica el bestialismo: el animal no consiente... Tengo el copyright también de: “Se puede amar a los animales sin follárselos”. Es que yo verdaderamente amo a los animales y ello exige respeto por su integridad. Vivo desde siempre rodeada de animales a los que jamás les falta de nada, los baño, los alimento, los acaricio, duermen incluso conmigo… pero NO me los follo. Este tema, junto con la pedofilia, la necrofilia –en otra medida- y alguna parafilia que implica grave riesgo para la vida (las relacionadas con escarificaciones, sangrados, amputaciones y quemaduras, o las que recrean situaciones de peligro extremo) son las poquitas prácticas que critico y condeno abiertamente. Lo único que me decepcionó fue que de ellos (de algunos de ellos) emanaron opiniones acerca de la fuerza del vínculo que muchos tienen con sus animales de granja, y la soledad (ese mismo argumento se baraja para justificar que alguien tire de sexo de pago… sólo que en este segundo caso, media un consentimiento válido y se comparte genética). De verdad, que nadie me venga ahora a decirme que las gallinas se lo pasan bien siendo sodomizadas por un humano porque, conmigo, no cuela.
No es vanidad, pero seguro que cuando se emita, a finales de octubre, resultará el programa más visto de su historia y estoy contenta de haber tenido mi parte de culpa.
Agradecimientos a Daniel, de DDP, showroom de Plaza Vázquez de Mella 11, 2A. T. 915231702
5 comentarios:
Hola, Eva.
Antes que nada, quiero felicitarte por tu labor de "divulgadora sexual", tanto durante tu época en El País como en esta. Si alguna vez necesitas alguna opinión médica para lo que sea, me pongo a tu disposición.
Por otra parte, tengo dos peticiones:
1. Feeds en RSS enteros. El blog de El País lo recibía entero en mi Google Reader, pero en este sólo ser reciben las 2-3 primeras líneas de cada post, lo que es bastante poco práctico.
2. (esto ya, desde el punto de vista puramente morboso). ¿Por qué se acabó el blog de ElPaís? En la entrada dejas entrever algo, pero si allí no había tiempo... ¡aquí sí!
Nada, eso, muchas gracias por tu atención. ¡Ah! Y perdona que te tutee, pero llevas tanto tiempo en mi casa que eres como una más. Un beso.
Pues claro que estás a la altura de todos esos "eruditos" porque son sabes perfectamente de lo que hablas,no tienes nada que envidiar a nadie.
Seguro que los que no saben mucho de zoofilias son ellos por todo lo que han dicho no crees?
Cuando se emita el programa en Telemadrid avísame y le diré a mi prima que me lo grabe ok?
Bien, a los del País que les den,ellos se lo pierden.Espero que el comentarios de mi fotolog haya tenido algún efecto positivo...gggg...
Por cierto Javi,yo soy enfermera y eso se ha notado en su labor de divulgadora no crees?Toda la información que le he dado es lo más fiable que hay,porque es de apuntes propios.Me siento orgullosísima de eso,la verdad gg.
Un saludo,
meri
que pasada
menos mal que te seguimos aqui
el blog del pais ha muerto para mí
Sí sí, la información siempre ha sido exacta. El "ofrecimiento" no era por eso, simplemente ofrecía mi ayuda, que siempre viene bien.
Enhorabuena.
Bueno Eva, ahora tienes equipo propio en lo que a cuestiones de salud se refiere: tienes enfermera, y ahora viene un médico...mola!
Por lo menos en este blog puedes ir a tu bola y publicar lo que quieras ggg.
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